La historia de La Palma comienza hace al menos 2000 años, mucho antes de su colonización en 1492. Los primeros habitantes de la isla se llamaban Benahoaritas o Auaritas y procedían del vecino continente africano. Hoy sabemos con certeza que sus orígenes étnicos fueron bereberes gracias a los estudios realizados sobre el ADN de los restos encontrados. La isla de La Palma puede considerarse pionera en el estudio de la cultura prehispánica ya que fue aquí, en el municipio de Mazo, donde se descubrió el primer yacimiento rocoso de Canarias en 1752: la cueva de Belmaco. Se trata de un conjunto de 13 cuevas de uso residencial y un total de 4 paneles con incisiones geométricas. A partir de ese momento se han descubierto varios yacimientos y se han abierto al público diversos centros de interpretación para dar a conocer más de cerca esta civilización tan olvidada por los propios canarios.
La conquista de la isla de La Palma comienza con el desembarco de las tropas al mando de Alonso Fernández de Lugo el 29 de septiembre de 1492 en el puerto de Tazacorte y finaliza con la fundación de la ciudad de Santa Cruz de La Palma, inicialmente denominada Villa del Apurón, el 3 de mayo de 1493. A partir de este momento, la isla de La Palma comienza a poblarse con gente de toda Europa: catalanes, andaluces, castellanos, portugueses, genoveses, flamencos, ingleses, franceses que, mezclándose con los nativos , dará vida a la sociedad palmera del siglo XVI. La nueva cultura establecida acabará gradualmente con la indígena.
Una visita guiada por la capital es la mejor forma de conocer esta parte fundamental de la historia palmera. Caminando por las calles de la ciudad hablaremos sobre la transición a esta nueva era histórica y los principales hechos ocurridos en los años posteriores a la conquista.
Es difícil imaginar que en un territorio tan pequeño, de solo 736 kilómetros cuadrados, pueda contener tantas tradiciones. Pasamos del procesado de la cerámica, con la fiel reproducción de las antiguas vasijas aborígenes, al procesado de la seda, siendo el único laboratorio existente en Europa donde la seda se trabaja con antiguos telares medievales; desde el cultivo del tabaco y la producción de puros, considerados entre los mejores del mundo, hasta el bordado, la cestería y la tradición enológica. Un abanico de oficios artesanales que dejarán al visitante asombrado: gracias a la existencia de diversos museos y talleres es posible conocer de cerca este maravilloso mundo, formado por gente humilde, creativa, orgullosa de sus tradiciones.
Especialmente en verano y durante el carnaval, ¡no pasa un día sin algo que celebrar!
Las romerías se celebran con motivo de la patrona del municipio y de la isla. Las más famosas son la romería de Santa Cruz de La Palma dentro de las fiestas de la Bajada de La Virgen de Las Nieves que se realiza cada 5 años. Un evento multitudinario donde durante aproximadamente un mes la ciudad se viste de fiesta. La romería de El Paso, con el descenso de la Vergine del Pino, que se realiza cada 3 años y la romería que cada año animan los municipios de Los LLanos de Aridane, Puntallana, San Andrés y Sauces, Garafia ... no hay persona que no use un vestido típico, que la mayoría de las veces son verdaderas obras de arte que cuestan varios cientos de €. ¡La procesión trae consigo bailes, cantos, productos típicos para degustar y mucho vino!
Otros eventos imperdibles son sin duda la fiesta de la Danza del Diablo en Tijarafe, los caballos Fufos en Tazacorte, el Borrachito Fogatero en Villa de Mazo, la fiesta del Almendro en Puntagorda. Le dedicaremos un blog aparte lo antes posible porque sería imposible describir estas tradiciones en pocas lineas.
Y finalmente el Carnaval, el momento más esperado del año. No exageremos cuando decimos que La Palma acoge el carnaval más original de todas las Islas Canarias: ¡Los Indianos! Por "indianos" nos referimos a los emigrantes palmeros que regresaban a su casa desde las Indias, en el pasado el nombre de las Américas. En el lunes de Carnaval se recrea este increíble ambiente entre música caribeña (especialmente cubana), mojitos y multitud de personas vestidas estrictamente de blanco bailando, cantando y tirando talco. Es asombroso cómo un pueblo de solo 16.000 habitantes puede albergar al menos 50.000 personas en este día tan especial: los quioscos y las bandas en vivo aparecen en todos los rincones de la ciudad. Y lo más singular son sin duda los disfraces: los hombres con panamá en la cabeza, puros en la boca y billetes en los bolsillos; mujeres con espectaculares vestidos de encaje, sombreros grandes, sombrillas de sol y joyas de todo tipo. Pero incluso en este caso es imposible describirlo con palabras: ¡Hay que vivirlo!
